Dada la contingencia ambiental, con personas cada vez más ávidas de información, creo prudente entregar algunos antecedentes relacionados con la producción de energía y específicamente con el impacto de las termoeléctricas.
Las termoeléctricas representan cerca del 50% de energia a nivel mundial. Si bien es de conocimiento público que estas plantas son altamente contaminantes, el negocio se sustenta debido al bajo costo de operación.
Según los representantes de estas empresas, quienes directa o indirectamente tienen algún grado de paricipación política, el beneficio sustancial del uso del carbón es mantener bajos precios de energía para las familias y sus PYMES, los que serían ampliamente afectados con la implementación de energías renovables como la solar y eólica.
No obstante lo anterior el costo público de quemar carbón está muy lejos del costo de esta materia prima en si misma. Los impactos de esta inductria van mucho más allá de iluminar nuestras casas.
Salud e Impacto ambiental:
Al estimar los costos escondidos de esta industria, debemos llevar a su contabilidad una serie de externalidades. Entre ellas podemos considerar las altas tasas de cáncer y otras enfermedades de los sitios de minería del carbón (fibrosis pulmonar), daño ambiental (contaminación del aire), y pérdida de oportunidades relacionadas con el turismo (destrucción de cerros y alteración ecosistémica).
Según un estudio realizado por la Universidad de Harvard, los costos escondidos de la quema de carbón en EEUU promedian los 345 billones de dólares al año, y puede fluctuar entre los 175 y 523 billones. Dichos valores se sustentan en el aumento de niños con asma, la contaminación de lagos por la lluvia ácida, y el cambio climático.
El costo promedio de producir un 1 kw/ hora en el país del norte es de 10 centavos, ha esto debiera agregarsele 18 centavos por kw/hora por cncepto de las externalidades mencionadas arriba.
¿Quién paga esa diferencia?. La comunidad. Cada cuidadano norteamericano paga sus impuestos los que se reajustan de acuerdo a las necesidades públicas actuales. De esta manera, el sustento económico y a la vez slogan de la industria del carbón sería bastante cuestionable.
En Chile el 48% de nuestra matriz energética está compuesta por termoeléctricas; un dato no menor al momento de proponer un debate energético.