jueves, 30 de junio de 2011

Efectos Ambientales de los Tsunamis: Perspectivas en Chile y el Mundo


Los desastres naturales en el mundo

Las comunidades alrededor del mundo han estado haciendo frente a una frecuente y variada cantidad de desastres, que han tenido un sinnúmero de causas y efectos. Mientras existe mucha atención puesta sobre los efectos negativos de los desastres acontecidos que han afectado al medio ambiente, menor atención ha despertado las variadas implicaciones que generan las pobres prácticas de manejo ambiental y la degradación ecológica, lo que agrava el impacto de los desastres.

El número de gente afectada por desastres hidrometeorológicos, geológicos o biológicos, y la pérdida económica como resultado de estos, ha aumentado considerablemente. Los desastres han afectado particularmente a los países con menores ingresos, por ejemplo el Huracán Mitch causó más de mil millones de dólares de pérdidas en Nicaragua en 1998, cuya cifra era más del 50% de su PIB. El Tsunami que afecto Asia el 2004, desplazo más de 30 km³ de agua resultando en tsunami que afecto a más de 12 países (Bilham, 2005). Millones de personas fueron desplazadas, y sus casas y ciudades fueron destruidas teniendo como cifra de mortandad de unos 250.000 personas (Miller, 2005), generando costos de unos US$ 5.3 billones (Linnerooth-Bayer et al., 2005).

Muchos científicos han discutido respecto a la correlación de los eventos extremos (tales como tifones, tormentas, etc.) y el cambio climático global, particularmente en el Panel por el Cambio Climático (IPCC). Los expertos y otras instituciones están ligando cada vez más las tendencias actuales de mayor severidad y frecuencia de los desastres con el aumento de las temperaturas promedio, cambios asociados a las velocidades del viento, y las precipitaciones (Araya, 2010).

Mientras que buenos y potentes argumentos que liguen al cambio climático global con los desastres naturales deben aún ser generados, existe un claro consenso en que los efectos de los desastres sobre el ambiente, la ecología y los establecimientos humanos, se ven incrementados con la degradación medioambiental.

El estudio y los análisis de la gestión de desastres han sido intrínsecamente incorporados en el manejo ambiental para desarrollar las estrategias y políticas que llevaran a mejorar las prácticas de la mitigación de desastres y de la reducción del riesgo (ej. Inglaterra). Hay una clara necesidad de levantar conocimiento y de desarrollar estrategias, enfatizando en las externalidades positivas de buenas prácticas medioambientales para manejar de mejor manera los desastres ambientales, y las interrelaciones cíclicas entre medioambiente y desastres.

Eventos ambientales extremos, así como inundaciones y huracanes han sido una “ventana de oportunidades” o “catalizadores” (Iwan et al., 1999; Pelling y Dill, 2005). Por ejemplo después del huracán Adrew que devastó florida en 1992, se renovó el interés en esforzarse en construir códigos que presenten una oportunidad para los actores sociales de promover políticas de mitigación (Iwan et al., 1999; Pelling y Dill, 2005). Los desastres bien capitalizados pueden ser un importante vehículo para los cambios que podrían no ser sostenibles sin estas “crisis” (Johnson, 2006). Estos ejemplos ilustran como las experiencias extremas medioambientales y los desastres naturales pueden influenciar a la gente y su preocupación por estas situaciones, lo que posibilita la introducción de políticas que pueden reducir el riesgo de futuros eventos desastrosos. También los medios de comunicación que reportan y discuten sobre desastres naturales pueden influir positivamente sobre estos tema, dependiendo de la manera como los tomen, y subsecuentemente influenciar políticas de innovación para dar cuenta de estos (Arnell et al., 1984).

Los Tsunamis y sus efectos ambientales

Se sabe que los Tsunamis son provocados como respuesta de las masas de aguas a fenómenos de tipo geológico (Lagos, 2000). Los impactos de los tsunamis en zonas costeras dependerá de las diferencias que presenten sus formas superficiales y sus dimensiones (playas, dunas, estuarios, etc.), pendiente, batimetría, elevación, y la presencia o ausencia de barreras como arrecifes de corales o manglares. En algunas localidades costeras, los campos de dunas actuaron como escudos ayudando a detener el embate de la masa de agua, en conjunto con su vegetación componente (Figura N° 1). Estas situaciones han sido consideradas en el debate científico respecto del papel de estas geoformas y de la vegetación costera, y sus efectos positivos en la protección ante tsunamis (Kathiresan y Rajendran, 2005, 2006; Kerr et al., 2006).

Figura N° 1 Efecto del Tsunami en Dunas, Región del Maule

Fuente: Colección fotográfica del autor.

Dentro de sus efectos ambientales se puede contar con los siguientes:

La basura y escombros son los primeros problemas críticos que enfrentan los países post-tsunamis. El volumen y la magnitud de los escombros van mucho más allá de las capacidades normales de cualquier país, para dar cuenta de estos eventos (Figura N° 2). Esto combinado con materiales peligrosos y sustancias tóxicas que se pueden mezclar con la basura de manera inadvertida, dentro de los cuales se incluye asbesto, aceites y combustibles, y otras materias primas y productos químicos industriales. Los intentos de rápida limpieza de las áreas afectadas también ha dado lugar a métodos inadecuados de la disposición de estos, incluyendo la quema y la disposición en sitios eriazos no controlados (open dumping), con sus consecuentes efectos secundarios en el medio ambiente.

Figura N° 2 Escombros resultantes del paso del Tsunami por las costas de Chile, Región del Maule

Fuente: Colección fotográfica del autor.

Otro problema es la contaminación del suelo y el agua. La salinización del agua de cuerpos tales como ríos, pozos, lagos interiores y acuíferos de agua subterránea han ocurrido en mucho de los países afectados por estos fenómenos naturales. Esto también ha afectado a la fertilidad del suelo de regiones agrícolas, debido a la salinización y a la contaminación de los escombros, cuyos efectos negativos son observables a mediano y largo plazo. Algunos cuerpos de agua han sido contaminados por pozos sépticos dañados o destruidos, con las aguas sucias infiltradas en el sistema de abastecimiento de aguas. El programa ambiental de las naciones unidas (UNEP) ha reportado daños ambientales extensivos en infraestructura, edificios y zonas industriales. Esto incluye los sistemas de agua potable y alcantarillado, vertederos de basura sólida y centros de tratamiento de residuos, particularmente en zonas urbanas (Sri Lanka e Indonesia, 2004; Chile 2010; Japón 2011).

A nivel local la carencia de recursos para mapear la vulnerabilidad y el riesgo, y las líneas de bases demográficas y otros datos, compone el problema de realizar evaluaciones mas completas. Esto afecta claramente la instalación de sistema de alerta temprana para la protección de la comunidad y los planes de largo plazo para la gestión de desastres y su mitigación, como las fases de rehabilitación y de reconstrucción que se ejecutan como respuesta a los tsunamis. Tal información también es necesaria para asistir a las futuros planes de monitoreo y estrategias de respuesta a los desastres.

El Tsunami en Chile

En Chile, los esfuerzos por dar cuenta de los efectos del Tsunami acaecido el 27 de Febrero de 2010, ha dado ya algunos frutos. Si bien es cierto que ha pasado poco tiempo después de tal evento desastroso (aún no se terminan de ver todos los efectos de este, y falta algunos años más para poder determinarlos), intentos como el documento elaborado por la Universidad Católica (Definición de Áreas de Peligro de Tsunami diferenciado, 2010) ha generado expectativas de una mejora en el manejo ambiental de estos temas, definiendo por ejemplo zonas de alto, medio y bajo peligro de inundación de tsunamis. Esto sin duda ayudará a generar planeamientos territoriales más efectivos, que ayudarán a su vez a mitigar los efectos de futuros eventos tsunámicos, generando por ejemplo, zonas de restricción para la construcción.

Con esto se han elaborado planes maestros para 25 localidades, se firmaron protocolos de reconstrucción con 12 municipios de Borde Costero, obras de mitigación, entre otros, involucrando entidades gubernamentales como el MINVU, MIDEPLAN y el MOP (Plan de Reconstrucción del Borde Costero en las Regiones De O’Higgins, Maule Y Bio-Bio, Gobierno de Chile, 2010).

Sin embargo queda un gran camino por delante, ya que la implementación de este tipo de medidas es nueva en Chile y falta experiencia y probablemente una conciencia real de las oportunidades y desafíos que estos eventos catastróficos pueden tener. Aparte de las iniciativas gubernamentales se necesita de una mayor inversión en investigación (factores ya conocido), pero también una mayor difusión de lo que puedan generar los científicos, para desarrollar de mejor manera las redes comunicantes entre las entidades y personas que se encargan de generar productos científico-técnicos, y las comunidades que son potencialmente receptoras de los avances en el conocimiento de nuestras costas, de su comportamiento y funcionalidad, y del cuidado que hay que guardarles, etc. Además de una exigencia constante de estos actores sociales, de que se cumplan por parte de las autoridades, todos los planes de carácter ambiental-territorial en los plazos y magnitudes pactados. Se espera entonces que la sociedad civil tome parte activa de tal responsabilidad, ya que de no ser así, todos estos esfuerzos iniciales pueden quedar solo en la tinta, lo que conllevara a que de ocurrir otro desastre (que es lo más probable), los efectos sociales y ambientales, sean aún más drásticos para nuestra población.

Claves del Manejo Ambiental frente a Desastres Naturales

Es importante entonces el uso sostenible y el manejo de los ecosistemas, incluyendo un mayor planeamiento del uso del suelo y el desarrollo de actividades que reduzcan el riesgo y la vulnerabilidad. Esto pide la puesta en práctica de un manejo de los recursos naturales de manera integrado con el medio ambiente que incorpore un programa de reducción de la magnitud de los desastres.

Los programas y proyectos restaurativos también tienen múltiples beneficios, los programas de reforestación costera post tsunamis en muchos países (con vegetación nativa), no solo absorben la energía de futuros tsunamis, sino que también previenen la erosión costera y ayudan a la generación de ecosistemas costeros, a la disminución del CO2, entre otros.

Se ha comprobado que el tsunami ha tenido menos impacto en áreas donde los ecosistemas fueron protegidos y las comunidades locales eran conscientes de los peligros que representaban esas zonas costeras, que aquellas zonas en donde el desarrollo de las ciudades se realizó muy cerca de la línea de playa. En lo que concierne al medioambiente no todo debe concentrarse a los preparativos pretsunami, sino que también a las acciones a tomar para una situación post-desastre. Se debe aprovechar el gran poder de resilencia que tienen las zonas costeras, aportada por sistemas como las dunas y los ecosistemas que estas pueden albergar.

Todos los potenciales programas de manejo deben ser incorporados a todos los niveles del gobierno, a los hogares y comunidades, a los pueblos, ciudades, provincias y a la nación misma porque es un tema que afecta a todos. Además la protección de medio ambiente debe estar ligada a otras prioridades de desarrollo, como la pobreza, la salud, y todos aquellos aspectos que se vean relacionadas con los desastres. Un acercamiento integrado, multidisciplinario respecto de la gestión de desastres será la mejor manera de reducir las vulnerabilidades que se generan frente a las situaciones de riesgo.

Referencias Bibliográficas

- Araya, C. (2010). Morfogénesis evolutiva y sedimentología del sistema de dunas costeras de La Trinchera, Región del Maule. Memoria para optar al título de Geógrafo. Universidad de Chile, Escuela de Geografía. Inédito.

- Arnell, N., Clark, M. Gurnell, A. (1984). Flood insurance and extreme events: the role of crisis in prompting changes in British institutional response to flood hazard. Applied Geography 4: 167–181.

- Bilham, R. (2005). A flying start, then a slow slip. Science 309: 1126.

- Johnson, C. (2006). Crises as catalysts for adaptation: human responses to major floods.

- Kathiresan, K., Rajendran, N. (2005). Coastal mangrove forests mitigated tsunami. Estuarine, Coastal and Shelf Science 65: 601–606.

- Kathiresan, K., Rajendran, N. (2006). Reply to ‘Comments of Kerr et al on ‘‘Coastal mangrove forests mitigated tsunami’’’. Estuarine, Coastal and Shelf Science 67: 542.

- Kerr, A.M., Baird, A.H., Campbell, S.J. (2006). Comments on ‘‘Coastal mangrove forests mitigated tsunami’’ by K. Kathiresan and N. Rajendran [Estuar. Coast Shelf Sci. 65: 601–606]. Estuarine, Coastal and Shelf Science 67, 539–541.

- Lagos, M. (2000). Tsunamis de origen cercano a las costas de Chile. Revista de Geografía Norte Grande 27: 93-102.

- Linnerooth-Bayer, J., Mechler, R., Pflug, G. (2005). Refocusing disaster aid. Science 309 (5737): 1044–1046.

- Miller, G. (2005). The tsunami’s psychological aftermath. Science 309: 1030–1033.

- Pelling, M., Dill, K. (2005). Natural disasters as catalysts for political change. Environmental Crisis, Social Instability and Political Change Project no. Working Paper. No. 1.

Recursos Electrónicos

- Definición de Áreas de Peligro de Tsunami diferenciado. (2010).

http://www.minvu.cl/incjs/download.aspx?glb_cod_nodo=20100901145818&hdd_nom_archivo=Definicion%20de%20Areas%20de%20Peligro%20de%20Tsunami.pdf

- Plan de Reconstrucción del Borde Costero en las Regiones De O’Higgins, Maule Y Bio-Bio, Gobierno de Chile. (2010).

http://www.minvu.cl/incjs/download.aspx?glb_cod_nodo=20101129124219&hdd_nom_archivo=Presentacion%20MINVU%20Borde%20Costero%2024Nov2010.pdf


Cristian Araya Cornejo