martes, 14 de agosto de 2012

El Toromiro


El Toromiro (Sophora toromiro) en peligro de extinción




Isla de Pascua declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es conocida en todo el mundo por su principal atractivo turístico, los moais.

Esta isla de Chile, ubicada  a  27° 7 10 S, 109° 21 17 W,  frente a las costas de Caldera, región de Atacama; pertenece administrativamente a la región de Valparaíso. Se encuentra en la Polinesia,  algunos historiadores plantean que su población nativa es de origen polinésico, aunque también hay versiones que le dan un origen preincaico.

La  Isla denominada por su población como Rapa Nui, fue bautizada como Isla de Pascua, porque su descubrimiento para la cultura occidental se produjo cuando el  Almirante Jakob Roggeveen arribó a la isla en Pascua de Resurrección.

Rapa Nui tiene forma triangular y en cada uno de sus vértices se encuentra un volcán; de clima tropical fresco, es decir, los inviernos  presentan  temperaturas frescas, sin heladas. Estudios botánicos han demostrado que la isla estaba cubierta de bosques con árboles altos, se cree que la población originaria taló el bosque de palmeras nativas, convirtiéndola en un terreno árido y baldío.

Un claro ejemplo de la dilapidación hecha a la flora nativa isleña, es la del Toromiro (sophora toromiro), arbusto endémico de tres metros de alto, en que el tronco principal puede alcanzar  50 cm. Hoy en día declarado especie en peligro de extinción,  no es posible encontrarlo en estado silvestre; se sabe que el último arbusto encontrado naturalmente fue visto hace 30 años, pero desapareció al ser utilizado como leña.

La sobrexplotación del Toromiro cuya madera dura y de color rojizo fue ampliamente utilizada en  la construcción, para utensilios domésticos y especialmente en usos rituales como la creación de pectorales y estatuillas de moais en artesanía. Así  también existen datos que demuestran que sus hojas  y troncos sirvieron como alimento para el ganado introducido en la isla, todas estas actividades causaron la extinción de la planta en ambiente natural. Sólo algunos ejemplares lograron sobrevivir, los cuales fueron hallados en cultivos localizados en muy pocos lugares del mundo.

La CONAF (Corporación Nacional Forestal) y el Jardín Botánico de  Viña del Mar realizan un programa para la recuperación y conservación de esta especie que se creía extinta. Afortunadamente,  algunas semillas recolectadas en el viaje de expedición hecho por Thor Heyerdahl, 1955- 1956,  en el área cercana al volcán Rano Kau, fueron recuperadas en los jardines botánicos europeos de Gotemburgo, Suecia y el de Bonn y München, en Alemania. De allí se extrajeron semillas para ser clonadas y comenzar la reproducción de la especie.

Resulta paradójico que una especie endémica de Rapa Nui deba su existencia y recuperación a cultivos que se encuentran a miles de kilómetros de su hábitat natural, y que  indudablemente gracias a ellos es posible alejar la amenaza de que el Toromiro se convierta solo en  un registro de estudios científicos limitados al hallazgo de una pocas especies conservadas en lugares  de exhibición.

Los científicos realizaron una clonación de las semillas encontradas en Europa y en el jardín botánico de Viña del Mar, logrando recuperar semillas madres que fueron comparadas con la especie que se encuentra en el Museo de Historia Natural, arrojando registros genéticos en su ADN similares por lo que se pudo iniciar la reproducción del Toromiro endémico de la isla.

El programa de recuperación y conservación se implementó con el “Plan de Conservación del Toromiro”, comenzando  con “el huerto semillero clonal” que tuvo que certificar que las semillas correspondían en un 100% a la “Sophora Toromiro” y  luego enviarlas a Pascua.

Los primeros intentos  de recuperación en el hábitat natural del Sophora Toromiro, fueron infructuosos, en 1995 se llevaron 150 árboles, pero no lograron sobrevivir. Las causas son  varias, por ejemplo, no se consideraron las condiciones necesarias para que esta especie delicada y frágil contara con agua y sombra suficiente, además  la raíz  crece por la interacción con un hongo que dado el proceso de desertificación de la isla, casi no existe y por último, la plantación se realizó en lugares abiertos y este árbol precisa de espacios  protegidos. Para no volver a cometer estos errores, el jefe del Departamento de Genética de la facultad de Ciencias Biológicas de la UC. Patricio Arce, no es partidario de apresurar el proceso para  su reintroducción, según él, ésta debe ser cuidadosamente preparada.

"Por primera vez (desde 1956) Isla de Pascua tiene sus propios Toromiros. Se está trabajando de manera interna, colaborando con Conaf en la reintroducción", dice la arqueóloga Sonia Haoa, secretaria técnica del Consejo de Monumentos Nacionales y miembro de la Fundación Mata Ki Te Rango, quien hace 20 años trabaja en este proyecto.

Finalmente, para completar la reinserción del Toromiro fueron enviados arbustos desde la ciudad jardín de un metro y medio al vivero de Mata Veri de la isla,  que se ha encargado de  plantar semillas cercanas al volcán Rano Kau, donde alguna vez creció la planta madre. En este programa de recuperación y conservación, las plantas son monitoreadas y revisadas semanalmente por el equipo de Mata Ki Te Rangi y personal de Conaf, quienes un día  al la semana observan y llevan un registro de estos ejemplares.

A su vez,  se implementó un plan de educación a la población isleña y a los agricultores  acerca de las condiciones de suelo, humedad y sol que necesita el Toromiro.

 La recuperación de especies endémicas, como lo es el Toromiro avanza sin problemas según lo señala la jefa provincial de Conaf Ninoska Cuadros: "A la fecha ya han sido repartidas por la isla 130 plantas, en parques, hogares y zona urbanas", permitiendo a los pascuenses recuperar un hito histórico de su patrimonio natural.

En conclusión, este programa es un compromiso que debería  prolongarse hasta recuperar la última especie en peligro de extinción, sin tener un tiempo límite, pero junto con esta acción, debe ir en paralelo una mentalidad ambiental internalizada en la población, a través de programas educativos para respetar los ciclos de la naturaleza y de todos los seres vivos y paisajes con los que coexistimos e interactuamos en este sistema frágil y hospitalario llamado planeta Tierra, afín de evitar la extinción de especies que sustentan el equilibrio natural de la vida y no llegar a situaciones límites que destruyen ecosistemas que, de manera paulatina pero progresiva, amenazan también la existencia de la humanidad.



Bibliografía